Bichi, fijate qué le pasa a Fernandito. Esta raro!

El psicólogo miró al pequeño Fernandito de reojo y con aires de frustración le dijo:

- Otra vez Fernandito? Hacia falta de que le pegues 74 trompadas consecutivas a Luisito? Tenes solamente 8 años y la ira de un barra brava viendo a su club descender. ¿Cuál es el problema? ¿No podes contener el odio?

Fernandito con una cara muy poco inocente para los pocos años de edad que tenía lo miro fijamente y no dudo en contestar:

- Lo que pasa Doctor es que Luisito es un pelotudo profesional, me enferma, como la mayoría de los idiotas que me rodean. Casi todos mienten, sienten miedos estupidos, se enorgullecen por pavadas y para colmo se piensan que son importantes. La pelotudes que me rodea hace que reaccione de esta forma, no lo puedo evitar, siento que es una epidemia y por eso me dan ganas de reventarlos a todos.

El Psicólogo se quedó expectante de la increíble respuesta del infante y tras analizarlo con una mirada fija y una típica ceja arqueada de psicoanalista concentrado, se levantó de su silla, abrió un cajón de la estantería del cual sacó una pandereta redonda y brillante. Entregó al pequeño engendro de la violencia el instrumento y dijo:

- Acá tenés Fernandito, esto es una pandereta. Cada vez que sientas ese miedo a la increíble pelotudez que te acecha, sacudila de un lado al otro, dale ritmo, destrozala, hacela sentir que es la ultima nota que va a entonar. Asi vas a sentirte mejor con vos mismo y no vas a fajar a nadie mas.

Fernandito no entendía nada de lo que acababa de pasar, sentía un monton de dudas en su pecho, pero con confianza tomó la pandereta y comenzó a hacerla sonar con una rudeza increible. El Psicólogo maravillado con el resultado de el ejercicio, intervino:

- Bien Fernandito, seguí asi. ¿Contra que estas rezongando? ¿Qué ira repeles? ¿Qué te molesta?

El pequeño demonio permaneció moviendo el instrumento con fuerza y los ojos bien cerrados pero no dejo de responder:

- Contra las terapias pelotudas de psicoanalistas fracasados.